UN SÁBADO BOGOTANO

congestion en bogota
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Por Gonzalo Garavito

congestion en bogotaLa ciudad de Bogotá es en sábado una aventura sorprendente. En caso de recorrerla en un vehículo particular resulta a más de aventura  una experiencia inolvidable.  Sale uno a eso de las diez de la mañana con la idea de hacer un recorrido de unas cuarenta cuadras y apenas ha transitado por cinco de ellas, empieza uno arrepentirse de su incursión;   primer semáforo en la vía a la vista de tres cuadras adelante uno ve aterrado la tumultuosa avenida repleta con tres carriles a reventar de automotores aburridos.  Unos pocos metros de avance  y se ha recorrido solo media cuadra, ahora  con el pronóstico acertado de esperar casi diez luces verdes ates de cruzar la vía.  Empieza uno a encontrar alternativas para tranquilizarse ante tan triste panorama, entonces ya lo han abordado vendedores de todo lo imaginable, ofrecen en venta desde un altísimo y largo limpia vidrios a unos comestibles que van desde maní, pasando por cerezas, hasta los tradicionales besitos que ayudarán al conductor a masticar con más calma la espera.  Un vendedor a la carrera le deja en el vidrio lateral un librito que dice: “Como preparar ensaladas”, pienso que le iría mejor con títulos como “Armarse de paciencia” o  “Los afanes son perjudiciales para la Salud”.  De raponazo le es retirado el ejemplar  apenas cambia la luz.    

 

Uno trata de buscar otro desfogue a tan lenta marcha, en la radio, si está de buenas, encuentra una emisora de música clásica después de haber pasado, esto si rápidamente, por las emisoras ramplonas donde aparte de risotadas. Se escuchan fragmentos de chistes ordinarios  que intercambian morbosos locutores y radioescuchas que se comunican por teléfono.

 

Otra alternativa es oír noticias que le contarán todo lo que pasa en el país durante el tiempo en que usted se ha quedado atascado, en esta tarde sabatina.  

 

Con  la paciencia a punto de agotarse ya  uno ha recorrido en el recalentado carro unas treinta cuadras en hora y media.  La aventura de sábado ha dejado conocer toda la sociedad callejera en unos cuantos semáforos. Se conoció al supuesto desplazado colombiano que apareció con un cartel frente al carro en el tercer semáforo.  Conocimos en el segundo al malabarista o a los botafuegos, más allá el mendigo en la silla de ruedas, el limpia parabrisas al que usted tuvo que pedirle encarecidamente que no ensucie el vidrio limpio;  la que vende bayetillas, los conectores para el teléfono celular, la gaseosa o el agua, otro le vende el plano de la ciudad y usted se pone a llorar cuando visualiza lo que le falta por recorrer.

 

Así es nuestra capital un sábado, le enseña toda  una faceta de la inmovilidad ciudadana. De todas maneras ¡viva Bogotá! Pero en domingo que está algo más despejada.  No deje para el sábado  lo que puede hacer el domingo.